martes, 20 de enero de 2015

Infraestructura vial, asunto de mujeres y hombres





Muchas veces pensamos, erróneamente, que cuando se construye un proyecto de infraestructura vial toda la comunidad se beneficia sin importar su género y condición, por lo tanto se diseñan las carreteras como si fueran “neutros de género”. Pero nos equivocamos terriblemente, ya que hombres y mujeres no la utilizan de la misma forma.

Pero, ¿qué determina el uso por género de la infraestructura pública?, es una pregunta complicada ya que está directamente determinada por las condiciones de vida de las personas, sus roles sociales y sus actividades diarias. 

Tradicionalmente el impacto de los proyectos de infraestructura vial se miden por la efectividad del transporte de mercancías y no por el mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores, que deberían ser los principales beneficiarios.

Hay que tener en consideración que existe un vínculo muy cercano entre la pobreza y la desigualdad de género, donde hombres y mujeres asumen roles distintos en la sociedad con características diferentes que acrecientan la división sexual del trabajo.

Esta división se asume como natural, donde los hombres solo se dedica al trabajo productivo (remunerado/socialmente reconocido), mientras que las mujeres asumen el trabajo reproductivo (no remunerado/socialmente no reconocido): el cuido de hijos e hijas, ancianos y gestión comunitaria.

Por ello si se toma en cuenta la opinión de la ciudadanía sin distinción de su género en la construcción del proyecto, este mejorará las condiciones de vida de toda la comunidad ya que reducirá la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, procurando un impacto económico y social donde se visualizará la inversión pública.

Por lo tanto, una infraestructura vial bien diseñada y señalizada tiene que tener en cuenta las condiciones de vida como su principal herramienta para alcanzar el desarrollo comunitario y territorial, si es así, este será un proyecto inclusivo socialmente que incrementará la igualdad de oportunidades y resultados entre hombres y mujeres.

Al tener en cuenta las desigualdades de género se puede beneficiar a toda la comunidad con el proyecto, incorporando zonas peatonales accesibles que faciliten el acceso a servicios sociales básicos y la conexión entre otras comunidades. 

Sin duda las obras viales deben  procurar mejorar la seguridad de la zona a intervenir, esto beneficiará en particular a mujeres y niñas. Se recomienda construir arcenes y áreas de descanso seguro e iluminado, zonas de emergencia, carriles amigables para peatones y bicicletas; transporte para personas mayores y con discapacidad. Sin olvidar la prevención del impacto de riesgo ambiental del proyecto.

Estas acciones potencian el uso inclusivo de la población de la obra, en especial a las mujeres donde desarrolla sus múltiples actividades, asimismo se incrementa las capacidades locales ya que cuando se tiene en cuenta la opinión de mujeres, niños, niñas, jóvenes, personas con discapacidad y adultos mayores en los planes de trabajo se contribuye a mejorar su posición social dentro de la comunidad.

Estereotipos de género, impedimento tradicional de la mujer

No es para nadie extraño reconocer que los estereotipos de género por siglos han afectado la participación de la mujer en diferentes ámbitos de la sociedad y en el sector construcción no es la excepción, ya que por años se ha creído que es trabajo de “hombres” y si una mujer desea insertarse en este ramo lo hace en áreas “menores” como gestar el tráfico por ejemplo, pero no los considerados pesados para ellas.

Si lo vemos a nivel de empresas constructoras y de instituciones públicas encargadas de construcción, las mujeres tampoco son tomadas en cuenta en puestos de jefatura sino en su mayoría como técnicas, ya que los estereotipos han generado una huella que hace creer que ellas no tendrán la suficiente “autoridad” para hacer funcionar el proyecto. 

Estas disparidades se pueden ir disminuyendo en la medida que se comience a incluir hombres y mujeres en todos los procesos constructivos del proyecto, teniendo en cuenta las necesidades de toda la comunidad, ya que existen diferencias en el uso de caminos y carreteras aunque a simple vista no se perciban.

Por ejemplo, las mujeres frecuentemente viajan acompañadas con menores de edad o personas dependientes, mientras que los hombres viajan solos y a horas pico, lo cual no es el caso de las mujeres que prefieren viajar en horas más tranquilas. Los hombres usualmente están más preocupados por la seguridad vial, mientras que las mujeres por la seguridad personal.

El tráfico intenso y rápido beneficia a los hombres, particularmente, están preocupados por llegar a tiempo a sus trabajos o que la mercancía llegue a tiempo a su lugar de destino, en cambio afecta la seguridad de las mujeres, niños y niñas que las utilizan a pie o en bicicleta por el riesgo a accidentes viales. 

Otro factor a tomar en cuenta es el aumento de acoso y violencia sexual en las niñas y mujeres en la medida de que la “modernidad” llega a la comunidad y con ella grupos delictivos que pueden intervenirla, aumentando los casos de violencia, trata de personas y aumento de enfermedades como VIH.

Participación activa de hombres y mujeres

Es necesario que las empresas constructivas e instituciones públicas fomenten la participación activa de la ciudadanía, pero muchas veces por la inseguridad social, la pobreza de tiempo y autonomía personal las mujeres se ven restringidas a salir de casa por no dejar sus hijos e hijas y adultos mayores solos, limitando su participación en las consultas públicas de los proyectos. 

Por lo tanto, al diseñar y ejecutar cualquier construcción se debe tener en cuenta en el Estudio de Impacto Ambiental y Social las aportaciones de las mujeres realizando diferentes tipos de consultas ciudadanas: como cuestionarios, visualizando la edad, sexo, tipo de hogar, nivel educativo, actividad productiva; visitas domiciliares y la creación de mecanismos de recepción de quejas y reclamos.

Además de promover la participación de mujeres en diferentes comités, adecuar los lugares de reunión donde sus hijos e hijas puedan permanecer seguros mientras se realizan las consultas. 

No hay que olvidar realizar continuas campañas de información utilizando un lenguaje sencillo e inclusivo, creando así un proyecto funcional y bien desarrollado que beneficie a toda la comunidad.



  Apuntes sobre la Guía para la transversalización del enfoque de género, diseño de proyectos de infraestructura vial Corporación Reto del Milenio, mayo del 2014.

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 Johana Peña
20 de enero del 2015